domingo, 30 de mayo de 2010

Regresiones

Hice un ejercicio que hace mucho no hacía. Después de una mañana muy adelantada me volví a dormir en una de las camas donde de chiquita me acostaba, en el ex cuarto de mis tías, donde me echaba una siestecilla regresando de la escuela, donde hacíamos manualidades y bailábamos, desde donde veíamos la tele, donde las esperaba ansiosa a que volvieran de la prepa.

Y hoy ahí, echada, torturada por el calor, imaginé que tenía unos 10 años y que los ruidos que escuchaba en la planta baja eran los de mi abuelita preparando la comida, hasta pude oler la cebolla en aceite alistándose para la sopa de fideos. Visualicé nítidamente la recámara de aquel entonces, me pude sentir cansada de andar en patines por la calle con los vecinitos, planeando despertarme para ver caricaturas y comer sandía con chile; imaginé que en unas cuantas horas mis papás pasarían a recogerme y me sentiría triste de dejar la casa de los abuelos.

Quien dice que no puede regresarse el tiempo es porque ha dejado de recordar la esencia que detona la nostalgia.

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